Ejercicios de Cadenas Musculares

Los ejercicios de Cadenas Musculares se basan tradicionalmente en técnicas de terapia manual (reducción del tono muscular y reducción del fibrosamiento y/o acortamiento tisular fascial) enfocadas a resolver o mejorar los desequilibrios tensionales de las mismas.

Fisiom ha desarrollado un amplio abanico de ejercicios físicos y psicoemocionales para conseguir los mismos objetivos, empoderando además al practicante en la autogestión de sus propios desequilibrios biomecánicos.

A continuación puede verse un ejercicio de estiramiento de lo que denominamos en Fisiom, la Corbata Interna formada en parte por el psoas-ilíaco y el diafragma. En ocasiones estos músculos se ven contracturados y acortados por diferentes tipos de procesos como sería: una desalineación de las piernas en rotación interna, genu-valgo (rodillas en «X») y estrés.

La tensión de la corbata interna nos lleva a sufrir fácilmente dolor cervical y lumbar con lo que, en determinados casos se hace imprescindible estirarla. Es importante saber también que deberán hacerse adaptaciones o elegir el tipo de ejercicio adecuado para cada persona. De esta forma nos aseguraremos que el ejercicio cumplirá su objetivo sin dañar las estructuras corporales. Todo este conocimiento se imparte de manera detallada en la Certificación Cadenas Musculares y Emociones Fisiom.

Tipos de ejercicios que ofrecemos desde Fisiom

Los ejercicios de cadenas musculares que proponemos desde Fisiom son los siguientes:

– Aunque también hay ejercicios de tonificación, los ejercicios físicos más abundantes serán los ejercicios de estiramiento ya que las cadenas, usualmente, se desequilibran hacia la hipertonía y el acortamiento con lo que el estiramiento preciso supone una herramienta de primer nivel de importancia. Es de suma relevancia elegir bien los ejercicios porque cada uno de ellos tiene objetivos concretos para influir sobre los diferentes tejidos corporales de una manera muy concreta.

– Ejercicios también relacionados con el despertado de diferentes regiones corporales, regiones que no tenemos adecuadamente registradas dentro de nuestro esquema motriz.

– Ejercicios de flexibilización dinámica.

– Ejercicios respiratorios.

– Ejercicios de despegado de piel, para ayudar a reducir el tono muscular.

– Ejercicios psicoemocionales para estimular la transformación desde dentro y con ello, conseguir acercarnos mejor fundamentada al equilibrio cuerpo-mente.

¿Qué tipo de ejercicios son mejores para las Cadenas Musculares?

Esta pregunta merece un buen «depende». Cada persona tiene sus propias particularidades biomecánicas. Uno puede estar muy instalado en una actitud propia de la cadena Retropulsada por como concibe la vida, con lo que probablemente, en estos casos sea particularmente importante toda la práctica psicoemocional.

En cuanto a la elección o importancia del tipo de ejercicios físicos, será fundamental estudiar las desalineaciones del cuerpo de la persona (flexum, recurvatum, rectificación cervical, rotación interna de caderas, un hombro más elevado, etc.), las patologías de la persona y el grado de afectación degenerativa o traumática de las diferentes estructuras para desarrollar una planificación adecuada a las necesidades de cada persona que mejore la tensegridad corporal.

¿Qué es la tensegridad muscular?

La tensegridad muscular o miofascial hace referencia a la integridad tensional que proporcionan los músculos, en combinación con los huesos, para mantener la forma corporal que caracteriza al humano.

Para entender este concepto, tenemos que imaginar al cuerpo humano como una serie de estructuras pseudo rígidas (los huesos) que están alineadas y mantenidas en su lugar gracias a unos tensores o estructuras elásticas (músculos y fascias).

Para poderlo entender más claramente, el cuerpo humano es una estructura enormemente sofisticada basada en el modelo simple que podemos ver en la siguiente imagen.

Los modelos de tensegridad proporcionan la capacidad de obtener estructuras muy ligeras, adaptables y estables, adaptables porque se deforman cuando hay una fuerza que los impulsa cambiar de forma y estables porque tienen a recuperar la forma cuando cesa la presencia de la forma deformante.

En el ser humano es clara esa capacidad orgánica (de los órganos) de recuperar la forma cuando cesa la fuerza deformante pero, no es tan claro si lo aplicamos al cuerpo entero. No obstante, para verlo con más claridad no debemos olvidar que la gravedad es una fuerza deformante constante que nos impulsa contra el piso y por eso, en parte se produce el decaimiento postural típico. Basta con imaginarse un cuerpo en la ingravidez para ver que este efecto desaparece.

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