Bursitis trocantérea hace referencia a la inflamación de la bursa que cubre este relieve óseo del fémur, situado la altura del bolsillo del pantalón en la parte más lateral de las caderas (el trocánter mayor es una prominencia que aparece muy clara a la palpación si se hace una presión circular con la palma de la mano). De hecho el trocánter mayor está cubierto por varias bursas, destinadas a proteger el tendón del músculo glúteo mayor y el denominado tracto iliotibial. Además de poderse inflamar la bursa por un impacto directo, por ejemplo, al caer de lado y golpear contra el suelo con esta parte del cuerpo, puede inflamarse por la excesiva tensión del tracto iliotibial. La o las bursas quedan atrapadas, comprimidas contra el trocánter mayor del fémur de manera que, al caminar o correr, se friccionan contra el hueso desencadenando la inflamación. Si tenemos que remitirnos a las causas de los problemas para poder ofrecer una solución de raíz y no tratar sólo los síntomas, tal y como venimos insistiendo en este consultorio desde hace tiempo, cabría preguntarse ¿Qué ha producido ese aumento de la tensión del tendón responsable de la compresión de la bursa? En este sentido comentar que la inadecuada alineación de las piernas es determinante. El genuvaro o genuvalgo suelen estar detrás de la bursitis trocantérea y más si se realiza una actividad deportiva, sobre todo si ésta es de fondo.

Las alteraciones de la alineación provocan el incremento del tono de determinados músculos, encargados de compensar o de realizar fuerzas contrarias a las desalineaciones para evitar el desmoronamiento estructural de la extremidad y, ese incremento del tono, lleva consigo el aumento de la tensión del propio músculo y de sus tendones asociados, lo que se conoce como el conjunto músculo-tendinoso. No obstante, hay que tener muy en cuenta a los cada vez más conocidos puntos gatillo miofasciales capaces de generar dolor a distancia, como por ejemplo, el del músculo piramidal. En casos como este puede generar confusión y diagnosticarse una bursitis trocantérea cuando el dolor puede estar provocado por uno o varios puntos gatillo de músculos como el glúteo medio o el piramidal. Así pues, el diagnóstico médico y/o fisioterapéutico tiene que ser preciso para poder ofrecer el tratamiento adecuado.

En cuanto a la práctica de yoga, pilates u otras disciplinas corporales hay que tener en cuenta que determinadas posturas, pueden llegar a agravar el estado de quien padece una bursitis trocantérea. Así pues, posturas como como Ardra chandrasana, en las que existe una elevada contracción de los músculos laterales de la pelvis o incluso Vrksasana, en bursitis aguda, pueden incrementar la inflamación y/o estimular su cronificación por compresión de la bursa. Por supuesto que la práctica de Ejercicio Terapéutico puede serte útil! Más allá del conocimiento sobre qué hay que evitar durante la práctica, los instructores de Fisiom están preparados para actuar sobre las causas de los problemas, en este caso la bursitis, siendo capaces de:

– Establecer un programa de Fisiom específico para mejorar las desalineaciones corporales de la persona aquejada de bursitis ya que, usualmente, suponen las causas principales que provocan este tipo de afecciones. – Derivar a sus alumnos a los profesionales de salud competentes para actuar en red.

Si quieres formarte en esta disciplina y saber cómo adaptar la práctica del Ejercicio Terapéutico a las desalineaciones que suelen generar la bursitis y decenas de patologías más, puedes acceder a la Certificación y cursos Fisiom.